La Jornada 20 de julio de 1996
Aparecen dos dibujos inéditos del cineasta soviético
Sergei Eisenstein Raquel Peguero No es de lo perdido, ¡aparecieron!: dos dibujos
inéditos, de Sergei Eisenstein. De la desesperación
de 1931 En 1931 uno de los
más prestigiados genealogistas del país, Jorge Palomino Cañedo, conoció a
través del pintor Roberto Montenegro, a un extraño personaje, del que le
agradó la elegancia de su vestuario, que contrastaba con un cabello
destellante que parecía estar siempre revuelto, y que hablaba con gran pasión
de México: Sergei Eisenstein.
Eisenstein recuperó
en México, durante cuatro años, las ganas de dibujar
Hombre de gran
cultura, perteneciente a la aristocracia tapatía, el joven Palomino había
viajado por varias partes del mundo, dominaba varios idiomas y era una figura
imprescindible en los medios culturales del país. Su encuentro con Eisenstein
fue muy afortunado y trabaron una amistad que ``se expresaba muy bien'' y
duró muchos años. En el tiempo en que
el cineasta ruso buscaba locaciones para su película inconclusa ¡Que viva
México!, Palomino lo convenció para que fuera al ``paraíso terrestre''
que es Colima a filmar algunos lugares que le encantarían. Lo recomendó con
el pintor colimense Alfonso Michel para que lo hospedara en su casa (donde en
efecto se quedó) y le dio algunas cartas para personajes que él conocía en
Coyutlán, Jalisco a donde iría de paso. Por diversas
causas, Palomino no había podido encontrarse con el realizador para darle las
misivas, así que el 28 de septiembre de 1931, Eisenstein fue a la casa del
genealogista, en Lucerna 55 en esta ciudad, y le dejó un sobre de manila
tamaño carta que contenía un breve recado, donde más que un reclamo le
hablaba de su ``desesperación por no haberle encontrado'' y le acompañaba con
un par de dibujos de formato grande, que en apariencia nada tienen que ver
con el cineasta. A su publicación en
1996 Estos dibujos
fueron guardados desde entonces celosamente, por su destinatario y salen por
primera vez a la luz pública el día de hoy, gracias a la generosidad de su
actual dueño, Claudio Jiménez
Vizcarra. Los dibujos hablan
por sí solos --la figura grande está trazada en negro y la pequeña, al igual
que la lengua del mayor, en rojo. Pertenecen a una veta que le gustaba mucho
al director de Iván el terrible: el erotismo. Un tema que le valió,
relata Alberto Ruy Sánchez en el documental de Alejandra Islas (ver recuadro)
que su productor estadunidense Upton Sinclair, retirara la promesa de
permitirle hacer la posproducción de ¡Que viva México!, porque Eisenstein,
como broma, le envió antes de arribar a Nueva York, un baúl lleno de dibujos
eróticos. Cuando fue abierto en la Aduana estadunidense, varios de esos
dibujos se consideraron ``pornográficos'' y se decomisaron ``lo que generó
--señala en entrevista Eduardo de la Vega Alfaro-- un escándalo de tintes
puritanos por Sinclair y su cuñado, Hunte Kombrought, el productor ejecutivo
del proyecto eisensteniano''. De estos dos
dibujos inéditos, sólo un núcleo muy reducido de amigos de Palomino sabía de
su existencia, y pocos los han visto. El investigador tapatío, Eduardo de la
Vega Alfaro, llegó a ellos circunstancialmente después de que publicó un
ensayo --galardonado con el premio ``Luis Cardoza y Aragón''-- sobre la breve
estancia de Eisenstein en Guadalajara. Jiménez
Vizcarra lo llamó y le dijo que tenía esos dibujos. Ahora piensa
publicarlos en un libro --de próxima aparición-- donde habla de la relación
del cine de Eisenstein con las artes plásticas mexicanas. Jiménez Vizcarra
los compró hace más de dos años. Explica en entrevista: ``conocí a Palomino
hace mucho y, así me enteré que tenía esos dibujos y la historia de cómo los
obtuvo, que él mismo me contó. Cuando me enteré que pensaba enviarlos, junto
con la carta, a México para su venta, le pedí que me los vendiera. Me los
entregó con todo y el sobre donde le habían llegado y la carta manuscrita a
la que mandé hacerle una traducción, porque está escrita en francés. Me gusta
coleccionar arte y ésta era una gran oportunidad de tener un material así''. El empresario,
quien es ``un gran admirador de Eisenstein'' señala que estos dibujos le
gustaron ``por la calidad de su trazo y su expresividad, son casi
autorretratos, aunque no sabría decirle si Jorge (Palomino) corresponde a la
figura pequeña, porque no sé si entre el realizador ruso y él hubo algo más
que amistad. Sólo que sus relaciones fueron buenas. Los trazos no tienen nada
que ver con las viñetas de trabajo que hacía Eisenstein para sus películas y
de estos dibujos no sé si existen más de este tipo, porque aquí lo que vemos
es al hombre''. En México hay por
lo menos cinco dibujos más de este tipo, que forman parte de la colección de
Carlos Monsiváis y que son, según Teresa del Conde, ``lo más erótico que he
visto en mi vida''. El cronista tiene varios más que son boceto de sus
realizaciones. La producción de
dibujos de Eisenstein fue prolífica durante los cuatro años que vivió en
México; ``aquí recuperó las ganas de dibujar''. Mucha de su obra la regaló a
amigos y 39 de ellos que estaban en exhibición en la Cineteca Nacional,
sucumbieron a las llamas, en el incendio de 1982. Pero esa es otra historia. Eisenstein en
México A 65 años de la
visita de Sergei Eisenstein a México, Alejandra Islas se dio a la tarea de
reconstruir el itinerario fílmico del director soviético, sus experiencias y
conflictos al intentar realizar su monumental e inconcluso proyecto de ¡Que
viva México! El resultado es un
interesantísimo documental para televisión, Eisenstein en México (El
círculo eterno) de hora y media de duración, donde se esboza el perfil
biográfico, sus primeros contactos con el cine, las peripecias de la filmación
de los episodios ``Maguey'', ``Fiesta'' y el ``Epílogo'', y en medio de todo,
testimonios de personas que lo conocieron, que cuentan anécdotas insólitas,
así como análisis de su vida y de la relación que su cine tuvo con las artes
plásticas mexicanas. Este es el segundo documental que Islas realiza sobre el
director de Alexander Nevski. Coproducido por Canal 22 y el Imcine, el
proyecto fue impulsado por Eduardo de la Vega Alfaro. --¿La investigación
marcó el guión o fue al revés? --Se unieron, la
investigación de Eduardo es nada más una parte. Originalmente se iba a basar
sólo en ella pero el tema es muy rico y fui encontrando testimonios que no
estaban previstos, jamás pensé que me iba a encontrar al matador David
Liceaga o a ese viejito de 95 años, don Pepe Madrid, de una manera tan
rápida. Eso aportó, cambió y fue definiendo el tipo de estructura que
finalmente le dí al guión. La idea fue hablar tanto de la produción de la
película, ¡Qué viva México! su aproximación amorosa a México, su
concepción y cómo fue su proceso como creador, la parte anecdótica y lo de
Eduardo, que marca sus relaciones con los pintores de la época. Hubo cosas
que ya no pude grabar y me hubiera gustado tener más tiempo --aunque me
colgué dos meses-- para buscar testimonios en Oaxaca, con las tehuanas que
salen en el episodio de ``Zandunga', pero eso requería más tiempo, porque sus
actores eran gente de campo, peones de haciendas, mujeres comunes, que son
realmente muy difíciles de localizar. También me hubiera gustado mostrar más
cosas de sus propias imágenes y más de sus textos, que incluí varios,
extraídos de sus propias memorias. --¿Hubo hallazgos
especiales en tu investigación? --Un viejito, don
Angel Velázquez, que guardó durante muchos años una foto, que nunca había visto
en los libros y no sé decir si es inédita o única, donde aparece Eisenstein
con un sombrero de charro, una canana y un fusil disparando y, bueno los
dibujos que le envió a este señor Palomino, que pertenecía a la aristocracia,
pero con él nos puso en contacto Eduardo de la Vega, lo mismo que con Olinka
Fernández Ledezma, que nos abrió las puertas a ese mundo de Isabel
Villaseñor, su mamá, que protagonizó el capítulo de ``Magueyes'' y es un
personaje muy importante. Ella nos abrió un impresionante archivo de fotos de
sus padres. Este fue un trabajo que disfrute enormente y en el que aprendí
mucho de Eisenstein. (Eisenstein en
México (El círculo eterno), con guión de Alejandra Islas y Patricio
Ruffo y fotografía de Alejandro Quesnel, será estrenado hoy por el Canal 22,
a las 21:30 horas). Raquel Peguero
|